24/11/09

PRIVACIÓN DE LIBERTAD ADOLESCENTE EN CHILE, UNA REFLEXIÓN DESDE LA PRAXIS. (Version original del autor)



Ponencia elaborada para el “Primer Congreso Latinoamericano de Niñez Adolescencia y Familia” en Mendoza-República Argentina ante la comisión 4B “Derechos del Niño y Procedimiento: Justicia Penal Juvenil y Órganos de Protección de Derechos”.


RESUMEN: El presente texto es el resultado de una labor de reflexión que realiza el autor, en donde intentan contextualizar la emergencia del fenómeno de los jóvenes infractores de ley en Chile, partiendo por el rol del estado, las políticas de infancia, la marginalidad, la construcción de la identidad, la sociedad de consumo y la economía alternativa, para abordar finalmente el tema del la privación de libertad en el contexto de la ley de responsabilidad penal adolescente, vigente desde el 8 de Junio del año 2007.


Introducción

El presente texto se apoya en seis años de experiencia en el trabajo directo con adolescentes que se encuentran privados de libertad en la Región de Valparaíso, Chile. A través de la implementación de un programa de tratamiento en el ámbito del consumo de drogas, conocemos desde dentro el nuevo circuito penal en tanto sus semejanzas y diferencias al sistema anterior al que viene a imponer la Ley de Responsabilidad Penal Adolescente 20.084, cuando entra en vigencia en julio de 2007.

Antes de entrar en materia, intentaremos aportar un marco de referencia con algunos elementos que permitan situar la materia de nuestras reflexiones en el contexto de una realidad compleja y con aspectos bastante particulares (tanto legales como institucionales).

Es esta una reflexión en relación a la privación de libertad de adolescente en Chile, a partir de la nueva Ley, a partir de la praxis y desde una perspectiva enclavada en las Ciencias Sociales, la Salud Mental y los Derechos de los Niños.

1.- Estado Subsidiario y Políticas de Infancia.

En Chile, la constitución del 1980 instaura y legitima una nueva institucionalidad, la que consagró el tránsito desde un Estado de bienestar a uno de tipo subsidiario, que trasladó el protagonismo desde el Estado al mercado, desarrollando una política pública austera, que se expresó en un descenso de la inversión social, el cual se focalizó en las familias en condición de pobreza, imponiendo además, la externalización de los servicios sociales y la descentralización de la gestión en educación y salud[2].

Se produjo un incremento de población infantil en políticas selectivas de riesgo social y asistenciales, la internación masiva de “menores”, y una exclusión de demanda compleja (infractores, desertores escolares, niños de la calle).

Tal tendencia se comenzó a modificar con los gobiernos concertacionistas, los que procuraron ampliar la inversión en el área, aunque sin mucho cuidado por la focalizacion de los recursos y la efectividad de las políticas, lo que lleva en sus últimos años a la creación de un sistema de protección social que posee una diversidad programas para grupos vulnerables (entre estos la infancia y/o juventud), autoproclamando el abandono el enfoque asistencial.

En el área de la infancia, se ratifico la convención de derechos del niño, dando inicio a un proceso de reformas legislativas e institucionales, que permitiesen instalar el denominado enfoque de derechos.

En términos de la sociedad global, los adolescentes “marginales” y/o “infractores de ley” son visualizados como víctimas y/o amenazas según el caso, registrándose sobre intervención y control a sus familias desde los saberes profesionales, escasa consideración de sus propias capacidades y recursos, operando con prácticas que tienen fuertes componentes autoritarios, en las que se la valora a la familia desde lo discursivo, pero se la sustituye como solución a sus problemas[3].


2.- Marginalidad, marginación e Identidad Social



Acorde a este contexto, y en el marco de una sociedad donde predomina el neoliberalismo, actualmente se opera con la premisa que las condiciones en que desarrollan su vida las personas, y las acciones que realizan o no, son de exclusiva responsabilidad de cada sujeto. En este sentido, no es de extrañar que ocupe el término "marginales" para aludir a quienes se mantienen fuera del mercado, de la ley, o de ambos.

En el país, ha pesar de disminuir las estadísticas de pobreza, se han acentuado el fenómeno de la segregación urbana[4] - que existía ya antes - la separación entre los distintos estratos sociales, se replica de forma ostensible en las ciudades más importantes[5].

Existiendo amplios sectores de la ciudad, donde predominan elevados índices de indigencia y/o pobreza, desempleo y/o subempleo; un difícil acceso a servicios de salud y educación (de calidad); en lo habitacional se visualiza hacinamiento, deficiente urbanización; una presencia significativa de trastornos psicológicos como estrés, violencia intrafamiliar, conductas transgresoras como consumo-tráfico de drogas, delincuencia, etc.

Estos elementos resultan de suma importancia para avanzar en la comprensión de las dinámicas culturales, por las que quienes sufren de “exclusión social” pueden llegar a autoidentificarse como marginales. De tal modo que, el estar situado al margen de los recursos económicos y de las oportunidades (que se vinculan a un deficiente “capital social), es distinto a vivir la pobreza material como una mera circunstancia.

Lo anterior, no es extraño si consideramos que el carácter social de las identidades individuales, es reconocido por la mayoría de las concepciones sociológicas y psicológicas, de modo que teorías como el psicoanálisis, el interaccionismo simbólico, la psicología genética, y la teoría de la comunicación (en las ciencias sociales); que comparten la idea de que la identidad individual se forma interactuando en una variedad de relaciones sociales (Yañez, 1997)[6].

Tajfel (1981)[7] con su “Teoría de la Identidad Social” y la posterior “Teoría de la Autocategorización” (Turner, 1987)[8], plantean que el autoconcepto, se conforma al menos en parte por la identificación con los grupos de pertenencia y de referencia, esto lo hemos observado en un número importante de jóvenes con quienes trabajamos, los que desarrollan su vida en condiciones precarias, experimentando fuertes sentimientos de desesperanza “aprendida”, en este proceso, los grupos de pares, ya sean grupos de esquina, tribus urbanas, pandillas, barras bravas, etc. parecieran funcionar como retroalimentadores de la situación de “marginación estructural[9]”.

En otras palabras, muchos adolescentes legitiman la marginación y construyen su identidad a partir de la situación de ser mantenidos fuera, de modo que su condición deja de ser un dato estadístico o un índice, adquiriendo un sentido mucho más trascendente al convertirse en un espacio cultural.

3.- Sociedad de Consumo y la Economía Alternativa.

Paralelamente, el modelo promueve el consumo como valor social, el discurso desde la esfera política y especialmente desde los medios de comunicación, valida estilos de vida asociados a la posesión de objetos materiales y el acceso a servicios, fomentando un ambiente que acrecienta las expectativas.

Esto resulta paradójico, si consideramos que en las estadísticas del Banco Mundial el año 2005, Chile esta posicionado en el lugar numero 16 en un ranking de desigualdad en la distribución de los ingresos, en una lista de 127 naciones, los que verifica las cotidianas dificultades que existen para acceder a recursos sociales y económicos.

En este contexto, y dadas unas ciertas condiciones psicológicas, familiares y sociales, se generaría una “base de incentivos” que podría inclinar a "algunos" jóvenes a la comisión de delitos (robos, tráfico, etc.) los que "pueden" ser realizados de forma exploratoria, con mayor periodicidad, ser parte de las actividades cotidianas, o como una forma de trabajo "profesional" y/o a la evasión a través del consumo abusivo y/o dependiente de alcohol y drogas, o a ambos.

La hipótesis que respalda la correlación entre los incentivos sociales y la marginalidad estructural, adquiere fuerza al verificar las estadísticas del Ministerio Publico, las que dan cuenta del predominio de los delitos contra la propiedad, por sobre los de otro tipo.

Se hace necesario considerar, que en ciertos contextos de la marginalidad, el delito puede tener un mayor reconocimiento social, que vivir en la norma, lo que es denominado ser "vivo" y no "gil"[10], de tal forma, que optan por esta forma de vida, que según su punto de vista es más atractiva, que asistir a colegios que brindan una educación de dudosa calidad (PSU), conducente a tener trabajos precarios y mal remunerados.

Desde este enfoque, las conductas trasgresoras, especialmente la infracción de ley, se puede visualizar como una manifestación de lo que Doris Cooper llama "economía alternativa". Una estrategia ilegal, que permite a jóvenes sectores marginados la oportunidad de acceder a bienes y servicios, que creen muy difícil o imposibles de alcanzar por los medios legales[11].

Al interpretar este fenómeno desde la óptica de la existencia de una economía alternativa, se puede especular, que un porcentaje importante de los adolescentes que han infringido la ley penal, han realizado un cálculo, que utiliza de forma consistente el más puro raciocinio económico y/o instrumental.

Esto último, coincide con la clásica teoría de la anomia (Merton. 1938) [12], bajo la cual estos jóvenes manifestarían comportamiento innovador, ya que coincidirían con los fines del modelo, pero que rechazan las formas establecidas y legitimadas socialmente.


[1] Actualmente, cuenta con una población penal de alrededor de 140 adolescentes.
[2] Moulian, Tomás (1998) “Páramo del ciudadano”, en Chile Actual: Anatomía de un mito , LOM-ARCIS, Santiago, Chile.
[3] Larrain H. Soledad (2005), Presentación: “Políticas hacia las familias, protección e inclusión social”, Comisión Económica Para América Latina y el Caribe - CEPAL, Santiago, Chile. 28-29 junio.
[4] Para la Real Academia de la Lengua Española (RAE) segregar es “separar y marginar a una persona o a un grupo de personas por motivos sociales, políticos o culturales”
[5] Prieto D. Miguel “La segregación espacial de sectores sociales de bajos ingresos en las ciudades medias chilenas bajo el sistema económico neoliberal. La vivienda social depredadora del medio ambiente urbano años 1975-1998, ponencia presentada al 6° encuentro científico sobre el medio ambiente, CIPMA, Instituto de Estudios Urbanos P. Universidad Católica de Chile, 6 al 8 de enero de 1998.
[6] Yañez, Carlos (1997) “Identidad, Aproximaciones al Concepto”, Revista Colombiana de Sociología - Nueva Serie - Vol. HI No. 2. Bogota. Colombia.
[7] Tajfel, H. (1981) “Grupos Humanos y Categorías Sociales”. Traducción de Editorial Herder (1984). Barcelona: España.
[8] Turner, J.C. et al. (1987), ”Redescubrir el Grupo Social”. Traducción de Editorial Morata (1990). Madrid. España.
[9] Anzaldo, Carlos y Prado, Minerva (2005) “Índices de marginación, 2005”, Primera edición: noviembre de 2006. CONAPO, Mexico D.F.
El Consejo Nacional de Población Mexicano (CONAPO) señala que la marginación es un fenómeno estructural que se origina en la modalidad, estilo o patrón histórico de desarrollo; ésta se expresa, por un lado, en la dificultad para propagar el progreso técnico en el conjunto de la estructura productiva y en las regiones del país, y por el otro, en la exclusión de grupos sociales del proceso de desarrollo y del disfrute de sus beneficios.
[10] Ser vivo: puede interpretarse como ser rápido de mente, avisado; por el contrario ser gil sería ser tonto, o lento.
[11] Cooper Mayr, Doris (2002), “Criminología y delincuencia femenina” Teoría de la economía informal alternativa e ilegal” Lom ediciones, santiago-chile.
[12] Merton, R. (1938). Tesis doctoral, Ciencia, Tecnología y Sociedad en la Inglaterra del siglo XVII “ Articulo “"Social Structure and Anomie", American Sociological Review-3, páginas 672 a 682. Harvard University, Cambridge, Massachusetts, USA.

Autores :

Francisco Ubilla Pavez, Asistente Social, Magíster © en Psicología Social.

1 comentario:

Anónimo dijo...

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